El estudio HAPO-FUS reveló que el azúcar alta compromete la salud del niño y de la madre incluso una década después del parto
Los niveles elevados de glucosa en la sangre durante el embarazo pueden comprometer la salud futura de la madre y de su hijo, incluso cuando la cifra no sea tan alta como para aplicar el diagnóstico de diabetes gestacional. Así se conoció en un estudio publicado en la revista especializada The Journal of the American Medical Association (JAMA).
“Estudio de Seguimiento y Resultados de la Hiperglucemia y el Embarazo Adverso (HAPO-FUS)” fue el título de esta investigación que arrojó que las gestantes que presentaban glucosa elevada en la sangre tenían más posibilidades de desarrollar diabetes tipo 2 una década después del parto, y que sus hijos tenían más probabilidades de ser obesos, en comparación con los datos recabados en madres que no presentaban esa condición.
Para llegar a estas conclusiones, los expertos realizaron la investigación en dos partes. En la primera (titulada HAPO, a secas) el equipo de investigadores había trabajado con una data que recababa la información de 23.316 parejas de madre e hijo. Los primeros resultados revelaban que la glucosa un poco más alta que lo normal generaba riesgo de complicaciones para la madre y para el bebé antes e incluso después del nacimiento.
Sin embargo, con el estudio HAPO-FUS se obtuvieron resultados a largo plazo gracias al seguimiento que los expertos realizaron a los casos, en búsqueda de posibles consecuencias al menos una década después del embarazo para ampliar el conocimiento sobre las secuelas de la glicemia elevada y la diabetes gestacional.
Según precisan las conclusiones de este estudio, 11% de las mujeres que había sido diagnosticada con glicemia elevada durante el embarazo tenía diabetes tipo 2 diez años después del parto y cerca de 42% podía ser considerada prediabética.
En contraste, entre el grupo de embarazadas que tuvieron niveles de glucosa normales en el primer estudio, solo se registró diabetes en 2% y prediabetes en 18% en la indagación realizada diez años después.
En lo referido a los niños, aquellos nacidos de madres con glucosa elevada en la sangre resultaron tener más probabilidades de ser obesos una década después de su nacimiento, según verificaron con comparaciones del índice de masa corporal. El estudio arrojó que 19% de los nacidos de madres con niveles elevados de glucemia presentaban obesidad a sus diez años de vida, en comparación con la incidencia en los hijos de madres con niveles normales, que fue de 10%.
“Las consecuencias en las madres y sus hijos debido al alto nivel de glicemia son muy preocupantes. Incluso teniendo en cuenta el peso de la madre, la glucosa tuvo un efecto independiente”, declaró a la revista especializada Bárbara Linder, autora del estudio y asesora principal de investigación sobre diabetes infantil en el Instituto estadounidense de Diabetes y Enfermedades Digestivas y Renales (Niddk).
La Organización Mundial de la Salud asegura que la obesidad infantil es uno de los problemas de salud pública más graves del siglo XXI y que su “prevalencia ha aumentado a un ritmo alarmante”. Según sus registros, “se calcula que en 2016, más de 41 millones de niños menores de cinco años en todo el mundo tenían sobrepeso o eran obesos”.
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