Entrevistamos al Dr. Benito de Celis Alonso, quien busca identificar biomarcadores sobre los efectos de las hormonas inflamatorias secretadas por el hígado graso.
Entrevistamos al Dr. Benito de Celis Alonso, quien busca identificar biomarcadores sobre los efectos de las hormonas inflamatorias secretadas por el hígado graso
María Gabriela Fernández B.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) cataloga a la obesidad infantil como uno de los problemas de salud pública más graves del siglo XXI. De acuerdo con sus registros, para 2016 más de 41 millones de niños menores de cinco años en todo el mundo tenían sobrepeso o eran obesos.
Riesgos asociados a esta condición, entre las que está la tendencia a desarrollar a edad temprana patologías no transmisibles como diabetes o enfermedades cardiovasculares, han sido varias veces advertidos por la OMS y por especialistas de distintas áreas de la salud. Sin embargo, investigadores mexicanos se han propuesto desentrañar a través de un estudio de física médica un nuevo factor de riesgo: el posible efecto de la obesidad sobre los procesos cognitivos y metabólicos de los niños, basados en las consecuencias de las hormonas inflamatorias que son secretadas por el hígado graso.
La investigación cuenta con el financiamiento del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología de México (Conacyt) y del Research Councils del Reino Unido (RCUK), con participación de 20 investigadores pertenecientes a la Facultad de Ciencias Física Matemáticas de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), el Hospital Infantil de México (donde se realiza la toma de datos), el King´s College London y la Universidad de Westminster, en Inglaterra.
El Dr. Benito de Celis Alonso forma parte, junto al Dr. Eduardo Moreno Barbosa, del equipo de la investigación en México y explica, en entrevista con Océano Medicina, la importancia de que el estudio sea llevado a cabo con herramientas de la física médica. Para este caso, indica, “la física médica ayuda centrándose en el diagnóstico de la persona y sus órganos. Un físico médico puede desarrollar técnicas de imagen (en este caso de resonancia magnética) que te informan del estado y función de un órgano (en este caso el hígado). De esta forma, podemos evaluar su estado y desempeño sin tener que recurrir a operaciones, biopsias o radiaciones ionizantes (que inducen cáncer)”.
El hígado, aunque no es un órgano que está relacionado con el desempeño cognitivo, tiene una influencia sobre él. Esta influencia viene mediada a través de su producción de hormonas inflamatorias y antiinflamatorias. La inflamación, al contrario que el hígado, sí se ha demostrado que afecta al desempeño cognitivo.Lo que no está muy claro es cómo y por cuál mecanismo, así como cuánto es el efecto del hígado y sus hormonas en la cognición. Este es el aspecto que se quiere monitorear en este estudio. Ver como la infiltración de grasa y su inflamación (ambas afectan a su funcionamiento) modula el desempeño intelectual, así como el metabolismo en general de una población infantil. Se espera poder producir una lista de biomarcadores significativos en la detección de problemas cognitivos asociados al hígado que un centro de salud pueda detectar con facilidad y a bajo precio. De esta forma servirá para alertar de un problema futuro a estas personas y establecer medidas compensatorias antes de tener el problema.
Nos hemos centrado en niños puesto que si eres un niño obeso, tienes muchas más posibilidades de ser obeso en la vida adulta. Pero sobre todo porque es necesario abordar estos problemas lo más pronto posible para corregirlos. Las edades entre 7 y 10 años son épocas de la vida en las que las personas están en pleno desarrollo cognitivo y también metabólico. Si en ese momento se limitan estos campos, se puede afectar toda la vida subsiguiente de esa persona de forma negativa.
Estudiamos a 160 niños con edades entre 7 y 10 años, divididos en tres subgrupos. Estos subgrupos son dependientes del índice de masa corporal (normopeso, sobrepeso y obesos). Todos ellos visitan el hospital en dos ocasiones. La primera, para estudio socioeconómico, toma de muestras y evaluación general de salud, todo ello después de ser debidamente informados del objeto del estudio los peligros por participar y que hayan estado de acuerdo.
Luego, en una segunda visita, se realiza la toma de imágenes médicas y pruebas psicológicas.
En el estudio se le toma a cada niño muestra de sangre y orina, se le hacen pruebas psicológicas (depresión y nivel cognitivo en seis campos distintos), evaluación antropométrica, perfil socioeconómico, valoración general de salud y finalmente toma de imágenes de resonancia.
El perfil sanguíneo es de 160 elementos en el que se encuentran entre otros: glucosa, HDL, LDL, triglicéridos, insulina, etc. Pero a estos elementos de la bioquímica más habituales se les añaden 20 citocinas inflamatorias, primordialmente las producidas en el hígado, además de concentración de hierro, cobre cadmio y otros metales en sangre. Además, se les hace una prueba de hormona FSH, para asegurar que no están ya en la adolescencia. Las imágenes que se toman con resonancia son muy variadas e incluyen tractografía y estados de reposo del cerebro que dan idea de las conexiones y la funcionalidad de este órgano respectivamente; imágenes anatómicas detalladas del abdomen y el hígado; e imágenes para cálculo de inflamación e infiltración de grasa en el hígado y el páncreas.
La fase de toma de datos está casi completada. Tras esto, se pasaría a la fase de análisis de la información y escritura de artículos, así como presentaciones en congresos internacionales. Tras esto, habrá un pequeño evento en el que todos los colaboradores presentarán a la prensa los resultados. También se quiere hacer un pequeño informe a presentar tanto en el Reino Unido como en México con recomendaciones a centros de salud y padres para evitar este tipo de problemas en niños de esas edades en el futuro.
En el futuro, si este proyecto produjese una lista interesante de biomarcadores que realmente sirven para monitorear y predecir problemas cognitivos asociados a inflamación y grasa en hígado, se querría repetir el estudio en poblaciones adolescentes y en poblaciones femeninas. Todo ello para comparar y producir las correspondientes recomendaciones. Querríamos en un futuro también concentrarnos en estos mismos efectos, pero en el páncreas. Esto porque las funciones y el perfil hormonal del órgano son totalmente distintas.
Quisiéramos también ver cómo distintos tratamientos en los campos de la psicología, endocrinología y nutrición afectan la cognición y la inflamación e infiltración de grasa en el hígado. Finalmente, nos gustaría desarrollar técnicas de imagen de órganos abdominales que permitan la medida desde el exterior y sin radiaciones de su función.
Tal como se ha comentado, el niño obeso es más propenso a ser obeso de adulto. Por tanto, todos los problemas asociados a la obesidad los va a tener de adulto (cardiacos, mayor prevalencia de algunos tipos de cáncer, musculoesqueléticos etc.). Pero de todos estos riesgos, es el hormonal y por tanto metabólico el más grave. En México, probablemente por predisposición genética y por malos hábitos alimenticios, la diabetes es un problema endémico. Esta obesidad va a terminar induciendo una diabetes que limitará calidad y esperanza de vida drásticamente.
El problema cognitivo debido a esta obesidad debe ser adecuadamente cuantificado. Algunos trabajos publicados hablan de reducciones en desempeño cognitivo con respecto a niños en normopeso del 10-15%. Pero esto no es definitivo porque no se conocen exáctamente los mecanismos de este efecto. Además, todos los aspectos psicológicos de desarrollo de personalidad no se están evaluando y son de gran relevancia.
Trabajamos en muchos campos. Modelamos con Métodos Montecarlo (métodos numéricos) los efectos de la radiación y tratamientos de radioterapia en casos clínicos; desarrollamos distintos detectores de radiación que pueden ser usados en aparatos clínicos; desarrollamos equipo de medida de constantes fisiológicas para monitorear enfermedades; y trabajamos en el análisis de imágenes médicas intentando obtener el máximo de información diagnóstica que sea posible.
Dr. Benito de Celis Alonso
Físico médico
Licenciado en Ciencias Físicas por la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), España. 1993-1999.
Especialidad en “Física de la Materia Condensada” por la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), España. 1997-1999.
Becario del programa de protección medioambiental del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), España. 1997-1999.
Diploma en Medicina Física por la Universidad de Aberdeen, Reino Unido. 2000-2001.
Doctorado en Resonancia Magnética Nuclear (MRI) por la Universidad de Nottingham, (Dpto. de Sir Peter Mansfield Premio Nobel de Medicina en 2003), Reino Unido. 2001-2004.
Máster en Gestión de Energías Renovables. (EUADE y Universidad católica de Ávila, Madrid, España). 2010.
Profesor Asociado de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, Facultad de Ciencias Físico Matemáticas, Puebla, México. 2011-Actualidad.
Presidente de la Fundación Para el Desarrollo Carlos Sigüenza. Puebla (México). 2013-Actualidad.
Trabajo Postdoctoral en la Universidad FA de Erlangen-Nuremberg. Instituto de Farmacología, Erlangen, Alemania. 2008-2011.
Trabajo de Postdoctorado en la Universidad King’s College London; Institute of Psychiatry, Londres, Reino Unido. 2004-2007.
Asistente de Investigación en MRI por la Universidad de Aberdeen, Reino Unido. 2001.
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