Se conmemora en Argentina la Semana Nacional contra el Dolor por Cáncer. El evento busca despertar conciencia acerca del profundo impacto que tiene el síntoma en la calidad de vida de los pacientes oncológicos. Algunas investigaciones globales indican que cerca del 70% de los pacientes con cáncer padecen dolor en algún momento de la enfermedad. Y lo que es más preocupante, la mitad de ellos tiene dificultades para controlarlo. Cabe recordar que, con la analgesia disponible en líneas generales, un 90% de ellos no debería tener problemas para aliviar el dolor.

Padecer dolor por cáncer ha sido vinculado con un sinnúmero de complicaciones para los pacientes y los sistemas sanitarios. Bajo su influjo existe la posibilidad de sufrir estadías hospitalarias más largas, pérdida de la productividad, déficit funcional, menor expectativa de vida y mayor utilización de recursos de salud. Todo eso impacta de lleno en América Latina y genera preocupación. Es que la región experimenta en los últimos años un incremento notorio en el número de pacientes oncológicos. Con la particularidad de que existe aquí una mayor morbimortalidad por cáncer que en otras regiones. Y por si fuera poco, una elevada prevalencia de dolor oncológico infratratado. Esto último, en gran medida, parece deberse a dificultades en la evaluación del síntoma.

Dolor por cáncer: algo más que la intensidad

El dolor por cáncer es una entidad con claras connotaciones biopsicosociales que exceden a su mera intensidad. Esto es lo que se comenta en un artículo publicado recientemente en la revista Cureus. El texto aborda la evaluación del dolor desde una perspectiva latinoamericana y desprende interesantes conclusiones. En último término, lleva la firma del Dr. Giustino Varrassi, médico de la Fundación Paolo Procacci (Italia).

El profesional comenta que no existe un consenso a nivel global acerca de cuál es el mejor instrumento para evaluar el dolor en estos pacientes. Pero algunos recursos son superadores de la clásica escalera analgésica de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Fundamentalmente, porque han logrado englobar, además de la intensidad del dolor, aspectos relacionados con la capacidad funcional, la salud mental y la calidad de vida de los pacientes. Esa visión del contexto del dolor ha permitido un abordaje más holístico y fructífero para los pacientes. “El cáncer suele ser un diagnóstico angustiante y abrumador que puede afectar los niveles de dolor y la forma en que el paciente contextualiza ese síntoma”, afirma Varrassi.

La cultura también influye en la percepción

Numerosos factores pueden influir en cómo los pacientes perciben el dolor por cáncer. El síntoma puede verse influenciado por factores clínicos: como por ejemplo el tipo de cáncer, el grado de progresión, o el tratamiento instaurado, entre otros. Pero según Varrassi, los aspectos culturales también tienen aquí injerencia. “Las culturas latinoamericanas a menudo aceptan el dolor como una parte natural de la vida, en lugar de buscar control médico”, comenta el especialista. Y agrega que “los roles sociales latinoamericanos tradicionales para hombres y mujeres pueden ir en contra de las estrategias agresivas de manejo del dolor”.

Lo citado puede derivar en una pobre comunicación entre los pacientes y los profesionales tratantes. Pero también en una reticencia a medicamentos analgésicos disponibles en la región. Algo que ya quedó reflejado en un metaanálisis que incluyó a pacientes en cuidados paliativos. Gran parte de ellos estigmatizaban el empleo de opioides en el alivio del dolor.

Por una mejor evaluación del dolor por cáncer

En el artículo se menciona que resulta frecuente que el dolor por cáncer se asocie con miedo existencial, angustia psicosocial, ansiedad, estrés financiero y preocupaciones espirituales. Y eso, claramente, puede afectar los puntajes de dolor y la percepción del mismo.

Varrassi pide por una evaluación de los pacientes que contemple distintos sitios y mecanismos del dolor, comorbilidades y tratamientos empleados. Pero que también involucre al pronóstico del cáncer, la salud mental y el impacto que tiene en la vida de quienes sufren el síntoma. “El dolor por cáncer es frecuente y puede ocurrir tanto en las etapas tempranas como tardías de la enfermedad. Se necesita una mejor evaluación y una mayor educación de los médicos para ayudar a controlarlo”, concluye en el artículo.