Recomendaciones para consultorios más seguros frente a SARS-CoV-2.
Desde hace algunas semanas, Latinoamérica es epicentro de la pandemia de COVID-19. Las preocupaciones inmediatas de las autoridades están relacionadas con evitar la saturación de los sistemas de salud.
La exposición y el contagio se volvieron el principal temor de los pacientes portadores de enfermedades preexistentes. Gran parte de esta población, la que sufre patologías crónicas –cardiovasculares, por ejemplo-, ha reducido drásticamente la asistencia a visitas de control.
También retrasan el contacto con el sistema de salud las personas con síntomas o signos clínicos nuevos, distintos a los de la infección por coronavirus. Algo que lamentablemente podría traer complicaciones sanitarias más visibles recién en la post pandemia.
Una serie de recomendaciones destinadas a la atención en consultorios, para minimizar la posibilidad de infección y permitir controles necesarios, han sido emitidas desde diversos países de la región.
Las autoridades coinciden en que los y las profesionales tendrían en primera instancia que plantear si es vital la concurrencia del paciente al consultorio, y si dicha consulta no puede ser realizada satisfactoriamente de manera virtual. Recién agotada esa posibilidad se agendaría una visita presencial. Las consultas en tiempo de COVID–19 demandan un mayor tiempo, entre otras cosas debido a la necesaria limpieza y acondicionamiento del lugar una vez retirado el o la paciente. Un dato que no es menor a tener en cuenta a la hora de completar la agenda. Durante esta pandemia no se recomiendan los sobreturnos. Aún menos la consulta de demanda espontánea. Aquellas personas incluidas en grupos de riesgo para COVID-19 ocuparán preferentemente los primeros turnos del día, para evitar contacto con otros enfermos.
Con el objeto de reducir el tiempo de permanencia de los pacientes en los consultorios, se priorizará todo trámite que pueda ser realizado con anterioridad y de forma virtual (confirmar datos, autorizaciones, pagos, etcétera). Se sugiere, durante el día de la consulta y antes de la asistencia al centro, la realización de un triage telefónico. Tiene la finalidad de indagar acerca de síntomas compatibles con infección por coronavirus en los quince días previos y verificar si el paciente ha tenido contacto estrecho con un caso. De ser positivo se debe suspender la visita y derivar a otros efectores para una adecuada evaluación diagnóstica.
Se proveerá al paciente de una constancia del turno agendado, para ser presentada en caso de controles a la circulación en la vía pública. En esta instancia es recomendable también la firma por parte del paciente de una declaración jurada de síntomas de COVID-19. Además de un consentimiento informado que deberá retornar de manera virtual o aportar en la visita. Por último, se le solicitará puntualidad.
Antes del ingreso a la sala de espera, se deberían realizar medidas tales como el control de temperatura con termómetros infrarrojos, la higiene de manos con alcohol en gel y la adecuada desinfección del calzado con bandeja.
Si es factible, se solicitará que el paciente llegue sin acompañantes y con el menor número de pertenencias posibles. El uso de barbijos o tapabocas es un requisito vital. En caso de contar con personal de recepción, el mismo debe estar provisto de medidas de protección habituales para esta contingencia. Estas incluyen alcohol en gel, barbijos, máscara facial, mamparas de vidrio o acrílico y cintas en el suelo que aseguren un adecuado distanciamiento físico hacia el escritorio (un metro de distancia como mínimo).
Se debe procurar que la tarea administrativa sea realizada por la menor cantidad de personal posible. Para ello se debe intentar simplificar los procedimientos y si es posible evitar la manipulación de credenciales y hojas de papel. Todo el personal debe haber estado libre de síntomas compatibles con COVID-19 o de un contacto estrecho con un caso antes de iniciar la jornada laboral.
La sala de espera tendrá que contar con señalización para la circulación de los pacientes. También con cartelería con información acerca de síntomas de COVID-19 y normas de etiqueta. El espacio deberá ser suficiente como para permitir en todo momento un adecuado distanciamiento social. Al menos dos metros entre pacientes, quienes permanecerán con barbijo o tapabocas. Se recomienda eliminar revistas, juguetes, floreros, cortinas, sillas con tapizado y cualquier otro material capaz de contaminarse y ser difícil de limpiar. Se proveerá alcohol en gel al paciente en todo momento. No se servirán infusiones, golosinas ni ningún otro tipo de comestible.
La ventilación natural del ambiente es fundamental, en caso de emplear aire acondicionado, este no debe ser centralizado ni compartido en áreas comunes. Se recomienda evitar que el aparato genere re-circulación de aire. Se le asegurará al paciente el acceso a un baño en condiciones, con jabón líquido y toallas de papel descartables que permitan una correcta higiene de manos. Periódicamente se deberán limpiar las superficies de contacto y reacondicionar la sala. En todo momento se evitarán aglomeraciones de pacientes, el ingreso de personas ajenas al lugar y las estadías prolongadas en salas de espera.
Una vez en el interior del consultorio se ponen en marcha recomendaciones generales y particulares según especialidad. Dentro de las generales se mantienen: la correcta higiene de manos, limpieza de superficies y ventilación del lugar. Se delimitarán dos áreas de trabajo profesional: una destinada a tareas de escritorio y otra para el examen del paciente. Para evitar contaminación cruzada, los objetos utilizados permanecerán en cada una de las áreas según corresponda. Se recomienda el empleo de cubrecamillas descartables. También extremar las medidas de bioseguridad en caso de residuos patógenos.
Como norma general el o la profesional tratante deberá cambiar su ropa de calle antes del ingreso al consultorio. Previo al contacto con el paciente se equipará con el nivel de protección adecuado a la especialidad y la tarea que realice. Existen normativas o recomendaciones al respecto y también en lo referido a procedimientos específicos y limpieza de aparatología. Son derivadas por organismos y asociaciones competentes de los diversos países y es necesario conocerlas previamente. Se sugiere evitar las prácticas que generen aerosolización, debido al alto riesgo de contagio de COVID-19. En caso de ser posible, el paciente permanecerá con el barbijo o cubrebocas colocado. Es de buena práctica no olvidar proveer acceso a medicamentos u otros insumos necesarios por un tiempo más prolongado.
Una vez finalizada la consulta se solicitará la salida del paciente directamente al exterior por el circuito previamente estipulado. Se le ofrecerá nuevamente alcohol en gel para reforzar la higiene de manos. Una vez finalizada la jornada laboral se recomienda al profesional el adecuado manejo de los elementos de protección empleados. También el recambio de la ropa utilizada y su posterior lavado. Antes del cierre es necesaria una limpieza profunda y diaria de las instalaciones.
Como en otros ámbitos, las recomendaciones generales aquí citadas tienen como finalidad reducir la posibilidad de contagio de COVID-19. También podrían servir para disminuir el temor del paciente ante visitas impostergables, en donde la ecuación riesgo-beneficio le es favorable. Son iniciativas que han llegado para ser tomadas en cuenta en los consultorios y se mantendrán pasado el pico de la pandemia. Permitirán transitar con menos inquietudes lo que algunos han denominado “nueva normalidad”.
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